viernes, 6 de octubre de 2017

Fuerzas armadas y política en Chile - por Tomás Bradanovic

El mito de las Fuerzas Armadas apolíticas está ampliamente extendido en nuestro país. El 11 de septiembre de 1973, para el golpe de estado yo tenía 18 años y aunque me interesaba la política, nunca milité en ningún partido. El caso es que el golpe nos tomó a todos por sorpresa: en mi opinión nadie en Chile se imaginaba que las Fuerzas Armadas iban a actuar en conjunto para derrocar a Allende.

La gran sorpresa
Lo que todos esperábamos, partiendo por el propio Allende y su gente, era una guerra civil. Recuerdo que nuestro profesor de castellano en el liceo -era un dirigente de izquierda importante en la zona- venía llegando a fines de agosto de Santiago donde fue a recibir instrucciones, nos juntó a todos los alumnos y nos dijo muy serio que vendrían tiempos terribles, una guerra civil peor que la española estaba a punto de explotar, que se matarían entre familiares porque los de extrema izquierda saldrían a tomar el poder y los oligarcas defendidos por la Armada los reprimirían, entonces el Ejército y la Fuerza Aérea -que se pensaban leales a Allende- entrarían a defender su gobierno y vendría una guerra civil. Eso era lo que todos esperábamos, las Fuerzas Armadas arrastradas a una guerra civil, jamás intentando un golpe porque en Chile "los militares no se meten en política". Y todas las señales, desde las propias Fuerzas Armadas indicaban que así iba a ocurrir. Lo que el profesor nos dijo entonces fue que teníamos que prepararnos y tomar partido, porque nadie iba a mantenerse neutral en lo que se nos venía encima.

Millones de moscas si pueden equivocarse
Ese año aprendí que todo el mundo puede estar equivocado, que la opinión general no tiene más valor que los hechos en que se sustenta. Por ejemplo todo el mundo se olvidaba que pocos meses antes el coronel Soupper había intentado dar un golpe llevando un par de tanques hasta La Moneda, se pensaba que era un loco, un caso aislado, "en Chile los militares no hacen eso", pero unos cuantos años atrás el general Viaux había acuartelado a su unidad en Antofagasta, protestando por las malas condiciones en que los tenía el gobierno, lo que causó una gran conmoción. También olvidaban que el año 1920 Chile tuvo uno de los primeros estados de bienestar del mundo con leyes que impusieron los militares al presidente Arturo Alessandri, que pocos años después Ibañez llegaría a la presidencia por un golpe militar (fue presidente tres veces, dos de ellas elegido democráticamente), que en los años treinta hubo una sublevación de la Armada y poco después el coronel Marmaduque Grove fue presidente vía cuartelazo militar e impuso la segunda "república socialista" del mundo, después de la revolución rusa, con intentos de soviets y todo eso.

Militares políticos desde siempre
¿Así que los militares no se meten en política? Eso solo lo pueden decir los ignorantes en nuestra historia, los militares han estado siempre presentes -y muchas veces arbitrando o gobernando- en la política chilena. Lo que no tienen es líderes mesiánicos o con apetito de poder, como en casi todos los demás países de Sudamérica, donde el militarismo gorila es una tradición: Bolivia, Argentina, Perú, Brasil, Paraguay, en fin, para que seguir, se han caracterizado por sus militares ambiciosos de fundar dinastías familiares al estilo de los Castro o los Somoza.

Militares, pero no gorilas
Existe una diferencia de doctrina en las Fuerzas Armadas en Chile, porque desde el momento de la independencia hasta el día de hoy su doctrina consiste en que ellos garantizan en última instancia la institucionalidad y el orden. Por eso cada vez que aparecen síntomas de descomposicion institucional y se asoma el caos, las Fuerzas Armadas, sin grandes alardes, empiezan a limpiar los fusiles y tener a mano los cargadores, por si acaso se necesitan.

Todas las intervenciones, amenazas y golpes de estado en que han participado las Fuerzas Armadas en Chile han sido gatilladas por la misma causa, incluso militares socialistas como Marmaduque Grove, tomaron el poder no por ambición, sino porque estimaban que solo con esa intervención podría volver a reinar el orden y el peso de la noche, que nos es tan querido a casi todos los chilenos, ese mismo que enfurece a los pandilleros, sociólogos y políticos de izquierda: es su ají en el poto, porque si existe un alma nacional que atraviesa todas las clases sociales en Chile es la preferencia por el orden y la abominación de la revuelta.

Por eso en el extranjero cuesta tanto entender que fue lo que pasó en Chile en septiembre de 1973, nos tratan de entender según los estándares del entorno, pensando que se trató de un golpe común de militares gorilas, ambiciosos de poder y mesiánicos como es tan común en los países vecinos, cuando en realidad ocurrió lo que pasa siempre en Chile bajo esas circunstancias y -sin un asomo de duda- volverá a pasar si las circunstancias se repiten. Si hay algo constante en Chile es que los militares han sido y serán los que garantizan la institucionalidad.

El gran error de Allende
Ese fue el gran error de Allende, su ignorancia en historia, en Chile nunca un sector político ha podido atraer a las Fuerzas Armadas a  que apoyen un cambio revolucionario que divida a los chilenos con medios violentos, tenemos un marco de hierro que nos protege del desgobierno y de los audaces que tratan de patear el tablero y saltarse las leyes con resquicios: el llamado "Partido del Orden", que es transversal a todos los partidos y movimientos políticos, ha estado soportado siempre por las Fuerzas Armadas y hubo un solo presidente en nuestra historia -Balmaceda- que trató de gobernar con decretos y fue apoyado por el Ejército. Por eso el lema "siempre vencedor, jamás vencidos" no es enteramente cierto, el Ejército de Chile fue vencido por Armada de Chile en la Guerra Civil de 1891, pero normalmente todas nuestras Fuerzas Armadas han respondido como un solo cuerpo en estas situaciones.

El gran error de Bachelet
Bachelet en su segundo gobierno cometió una gran cantidad de estupideces, que ni siquiera pueden atribuirse a malos consejeros, por el contrario, la mayoría de los errores que la llevaron a decir "cada día puede ser peor" se deben a su personal creación, tienen origen en sus traumas, resentimientos y mal juicio que ha mostrado desde que empezó a tomar decisiones por si misma.

Bachelet, ignorante en historia y en casi todo, ha repetido el error de Allende. Siendo hija de un general de la Fuerza Aérea fue incapaz de comprender que iba a despertar la deliberación política entre los militares. La Constitución Política de Chile dice que las Fuerzas Armadas y de Orden no son deliberantes, eso es cierto solo mientras existe el orden y mientras los gobernantes respeten el estado de derecho. Los políticos de la antigua Concertación conocían eso perfectamente, también estaban claros que el partido del Orden en Chile es el más grande y que contra eso ningún político afiebrado puede imponerse, por eso mientras gobernaron -seguramente aconsejados por Felipe Gonzalez- tuvieron cuidado de mantener no solo las formas sino también e espíritu y las apariencias de la institucionalidad.

Bachelet "despertó al león que estaba durmiendo", tal como advirtió el general Pinochet hace años. Esto no quiere decir que la próxima semana va a haber un golpe ni mucho menos, el verdadero significado de esa frase es que, frente a ciertos hechos, los militares están empezando a deliberar. El terrorismo en la Araucanía, los jueces y fiscales claramente comprados por el ejecutivo, la delincuencia común impune, el deterioro económico, la corrupción del gobierno y los políticos, muchas garantías básicas como la libertad de enseñanza amenazadas y -sobre todo- la persecución ensañada contra militares en retiro por cosas que pasaron hace décadas, con juicios de pantomima, todo eso y otras torpezas acumuladas empiezan a crear un clima de desgobierno y percepción de caos político.

En una comida, con militares
Recuerdo hace años, a principios de lo noventas yo estaba en una regada comida con oficiales y suboficiales de una unidad donde hacía mis pitutos, allí hablábamos de todo y en medio de la conversación apareció el tema sobre si los militares deberían meterse en política. La opinión estándar era que si, que cada uno podía tener la opinión o la religión que se le antoje, el Ejército no se mete en eso ni lo prohibe. Yendo un poco más allá un oficial dijo "pero el asunto es ¿podemos los militares ser socialistas o comunistas? yo se que está teóricamente permitido, pero ¿es correcto eso?", hubo un silencio glacial, se apagó la fiesta y apenas tímidamente uno que otro oficial aventuró una opinión, la mayoría a título personal, diciendo que ellos al menos ni muertos. Yo comenté que por los objetivos revolucionarios que tienen esos partidos pensaba que era incompatible.

Los suboficiales también pesan
La cosa es que conocí bien  muchos militares y tuve muchos amigos tanto oficiales como del cuadro permanente. El Ejército en su interior me parece mucho más horizontal de lo que los civiles nos imaginamos sin conocer un regimiento, no se trata de que los de mayor rango mandan y los de menor obedecen ciegamente, hay un complicado sistema basado en liderazgo, prestigio, antigüedad y otras cosas que hace que nadie tenga el poder completo tal como dice  el reglamento, al menos en tiempos de paz. La importancia y el poder de los suboficiales es muy grande y son tratados con respeto, a diferencia con la impresión que tengo de Carabineros.

El león despierta
El caso es que en el pensamiento militar típico no les interesa la política ni participar en ella, creo que la mayoría la consideran una ocupación sucia y llena de corruptos, aunque reconocen que "hasta cierto punto" están sometidos a los políticos, el punto en que empiezan a deliberar es cuando perciben que podría estar amenazada la institucionalidad y el statu quo, entonces el león despierta.

Eso no significa que van a dar un golpe sino que empiezan a deliberar, a interesarse por lo que están haciendo los políticos, cosa que normalmente los tiene sin cuidado. También empiezan a votar, cosa que a muy pocos les interesaba,  votaban nulo o en blanco. No es casualidad la aparición de José Antonio Kast como candidato a la presidencia, pienso que con un gobierno normal de la Concertación o lo que fuera, Kast ni siquiera habría figurado, pese a que ha demostrado que es un candidato de primera (tal vez el mejor de todos actualmente).

Bachelet lo consiguió, gracias a ella los militares están deliberando y la figura política de Kast está creciendo de la nada, tal como gracias a Allende tuvimos el golpe de 1973 con todas las Fuerzas Armadas unidas y nos evitamos una guerra civil como la de 1891. De lo malo también salen cosas buenas.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.cl/2017/10/militares-y-politica-en-chile.html

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