Algunos, con la señora Linconao, aseguran que la justicia está a favor de los que tienen dinero. Otros aseguran que está a favor de quienes se declaran indígenas. También conocemos gente que asegura haber visto jueces favoreciendo a terroristas, o a no-terrorista.
Los juzgados de familia favorecen a las mujeres por sobre los hombres. Los juzgados del trabajo defienden a los trabajadores, que serán tal vez todos buenos; y liquidan a los empleadores, probablemente por ser todos malos.
Ni hablar de juzgados de derechos humanos, que consideran a algunos más humanos que otros y con más derechos que los demás. La Fiscalía tiene en las cuerdas a los Penta, a Longueira, a Moreira y a Orpis; del otro lado no se sabe nada, ni se sabrá. Si usted no da una boleta, evade impuestos. Si recibe plata en sobres mientras es ministro de la Concertación, el SII declara que esos dineros no son tributables.
En fin, todo puede pasar en Barbarilandia, menos un par de cosa, entre ellas que los chilenos vestidos de indígena que asesinaron al matrimonio en el sur terminen en la cárcel. No, eso no sucederá, ni en este juicio ni en otro.
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